lunes, 13 de abril de 2015

La tecnología china vuela sobre raíles

El sector de los ferrocarriles es un ejemplo perfecto para comprender cómo se ha fraguado el impresionante salto tecnológico que China ha protagonizado en poco más de una década: “Cuando el Gobierno decidió que el desarrollo de una red de tren de alta velocidad (TAV) era una prioridad nacional, nos dimos cuenta de que íbamos a ser incapaces de construirla solos. Así que decidimos importar la tecnología de países líderes en el sector”, explica Shen Zhiyu, ingeniero de China South Locomotive & Rolling Stock Corporation (CSR). “Primero, en 2004, pagamos a Kawasaki para que nos transfiriese la tecnología necesaria para la fabricación de trenes con una velocidad punta de 200 kilómetros por hora; dos años más tarde, con la transferencia tecnológica completada, nos propusimos diseñar convoyes capaces de acelerar hasta los 300 kilómetros por hora, así que decidimos cooperar con otras empresas de diferentes países para conseguirlo. Así comenzamos a fabricarlos en China, pero la tecnología no era nuestra”.

En una década, el país construyó la red de TAV más extensa del mundo, un hecho que coquetea con el milagro. Pero los contratos de colaboración suponían una barrera para ir más allá. “En muchas ocasiones se estipulaba que las empresas chinas no podían competir en los mercados internacionales con tecnología de las compañías que la cedían exclusivamente para su uso doméstico. Por eso, conscientes de que si lo hacíamos nos lloverían las demandas en los tribunales, en 2007 entendimos que teníamos que desarrollar nuestro propio producto”, recuerda Shen. La respuesta tardó tres años en llegar: en 2010 China sacó pecho con la puesta de largo del CRH380A.
Es, como apuntan los directivos de la empresa, el mejor ejemplo del eslogan acuñado por el gobierno central que ha servido para guiar a todos los sectores de la industria china en el último lustro: “Del ‘hecho en China’ al ‘creado en China”. El gigante asiático se ha convertido en el segundo país del mundo que más invierte en Innovación y los resultados saltan a la vista. “Hemos patentado innumerables sistemas que ahora nos permiten competir en el extranjero y tratar de tú a las grandes multinacionales del sector”, sentencia el ingeniero, uno de los responsables del negocio de TAV de CSR en el extranjero. “Es más, nuestros trenes pueden viajar ya a una velocidad de crucero de 380 kilómetros por hora -aunque China la limita a 300 km/h-, y hemos superado incluso los 500 kilómetros por hora en las pruebas”, apostilla. Pero, aparentemente, eso no es suficiente. Por eso, a finales del año pasado los dos principales fabricantes chinos, CSR y CNR, comenzaron un proceso de fusiónque ha puesto los pelos de punta entre competidores como Siemens o Alstom, ya que dará como resultado la mayor empresa del mundo en el sector ferroviario.


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